Tal como lo relataron a Nicole Audrey Spector
Trabajé en servicio activo y en las reservas del ejército de EE.UU. durante 39 años Mi trabajo me permitió conocer lugares del mundo que la mayoría de estadounidenses ni siquiera han visto. Participé en despliegues militares de combate en Irak (dos veces), Afganistán y Bosnia. Mi carrera militar en asuntos civiles se enfoca técnicamente en cosas relacionadas con la estabilidad de edificaciones, con la habilitación del gobierno local y con el mejoramiento de la calidad de vida en países destrozados por la guerra. En otras palabras, mi trabajo era ganarse los corazones y las mentes de la gente. Era un trabajo importante y necesario.
Durante mi carrera militar, frecuentemente me sentía agotada, había sangre en mi orina y siempre sentía como si tuviese una infección urinaria (UTI, por sus siglas en inglés). Cada vez que tenía una consulta con algún proveedor médico, mis síntomas eran descartados como si fueran UTI de rutina y después descubrí que sangre en la orina (hematuria) puede ser algo mortal.
Siempre recibí tratamientos con antibióticos.
La mayoría del tiempo mis síntomas parecían no ser graves. Los atribuí al estrés, a la edad y a trabajar en otros países durante muchas horas.
Una vez que mi servicio activo terminó, me transfirieron a las reservas y regresé a la comunidad de mi hogar. Fue entonces que noté un aumento de mis síntomas y sangre en la orina otra vez. Todos los días las actividades se volvieron un desafío.
Acudí a cuidados de urgencia y me proporcionaron tres rondas de antibióticos que debía tomar durante las siguientes seis semanas. Gracias a la preocupación y orientación de mis amigos con más conocimiento médico que yo, acudí a un urólogo quien recetó dos rondas adicionales de antibióticos seguidas de una cistoscopia, un procedimiento para diagnosticar enfermedades y condiciones de la vejiga.
Unos minutos después del inicio de la cistoscopia, el urólogo me dijo que tenía cáncer de la vejiga.
Sorprendida y confundida, pregunté, “¿cómo puede saber que tengo cáncer sin una biopsia?”
El neurólogo dijo, “he hecho esto 18 años, sé cómo se ve un cáncer de vejiga”.
La preparación para la cirugía empezó ese mismo día. Me hicieron una TC el siguiente día y una cirugía denominada resección transuretral de un tumor vesical (RTUTV) la semana siguiente. La cirugía, que usualmente se demora 45 minutos, en mi caso tomó más de 3 horas, y tuve que pasar la noche en el hospital.
Me dijeron que el tumor en mi vejiga era casi del tamaño de mi útero y tuvieron que empujar la pared muscular hacia afuera.
Al parecer tenía un cáncer de vejiga de un tipo muy agresivo conocido como carcinosarcoma o cáncer vesical sarcomatoide. Y es infrecuente: Solo 3 de cada 100 personas con cáncer de vejiga tienen este tipo de cáncer. Tiene una mala prognosis. Era de etapa 4, la más avanzada. Mi única opción de supervivencia era una cistectomía, una cirugía para remover mi vejiga. También necesitaría que muchos ganglios linfáticos se remuevan.
Simplemente no podía asimilar todo. No quería vivir con una bolsa de ostomía, la cual necesitaría después del procedimiento. Me iba a convertir, tal como he aprendido a considerarlo con cariño, en “una señora con una bolsa” por el resto de mi vida. Esa sería mi nueva normalidad. Era difícil imaginarlo.
Pero me registré para la cirugía. Quería sentirme mejor.
Un poco después de la cirugía, ya estaba haciendo las cosas que más disfrutaban en este mundo: baile de salón de competencia. ¡Para mi sorpresa, otras personas no podían notar mi bolsa de ostomía cuando estaba en la sala de baile!
Pero las cosas se iban a poner aún mejor. Para sorpresa de mis doctores, después de la remoción de mi vejiga, determinaron que ya no tenía cáncer.
Los doctores solo tenían esperanzas de alargar mi vida, no de salvarla. Derrame muchas lágrimas de felicidad.
Todo mi proceso con el cáncer fue difícil, pero el truco, tal como lo descubrí, fue no abordar más de lo que podía tolerar. En otras palabras, traté de no pensar al mismo tiempo en: ¡Remoción del tumor, cáncer, quimioterapia, pérdida de cabello, recuperación de la cirugías, posiblemente la muerte! y me enfoqué en una porción de información a la vez.
Se necesita toda una comunidad para pelear una guerra contra el cáncer, así que siempre llevé a mis amigos y a mi familia a mis citas médicas. Esto fue clave no solo porque me proporcionaban apoyo emocional, sino que también porque entendían los detalles que pude no haber escuchado debido al trauma del momento.
También tenía una fe tremenda en mi equipo médico. Eran mi arma secreta y trabajaban fervientemente para salvar mi vida. Además, las fuerzas armadas me hicieron fuerte, lo suficiente como para sentirme capaz de pelear contra esta enfermedad potencialmente mortal.
Mis mejores momentos durante mi proceso fueron vivir cada día a la vez y despertar sorprendida de ver el siguiente día.
Hasta ahora me pregunto qué causó que yo tenga este cáncer agresivo. El cáncer de vejiga ocurre más frecuentemente en los hombres, en fumadores y en personas de más de 70 años. Yo no tenía ninguna de esas características.
Entonces, ¿qué causó mi cáncer? Bueno, pienso, y mi equipo médico está de acuerdo, que fue causado por toxinas medioambientales a las que estuve expuesta durante mis despliegues militares cuando trabajé en las fuerzas armadas.
Estoy inscrita en los registros del síndrome de la guerra del Golfo y de riesgos atmosféricos y de pozos de combustión al aire libre de la administración de servicios para veteranos (VA, por sus siglas en inglés). Aun así me negaron los beneficios por discapacidad que ellos proporcionan.
Esto sucede porque el cáncer de vejiga no está incluido en la ley PACT que reconoce cánceres y órganos aledaños, incluyendo los riñones. ¿Por qué no se reconoce el cáncer de vejiga que se sabe que está asociado a contaminación ambiental? Trabajo fervientemente con legisladores estatales y con la VA para que esto cambie.
Lo hago con determinación y creo que aquellas personas que tenemos, hemos tenido o tendremos cáncer de vejiga ganaremos haciendo que la ley PACT nos reconozca.
Como siempre digo, “no tienes que construir a Roma, solo tienes que construir una parte pequeña de ella”. En eso es en lo que enfoco mi vida, además de quejarme para que ocurra un cambio.
Eso y bailar como si no hubiese un mañana.
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