Female veteran receives bad news from doctor
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El problema del dolor pélvico en las fuerzas armadas

Muchas mujeres militares con dolor pélvico reciben diagnósticos erróneos, lo cual puede causar problemas graves de la salud

El dolor de su abdomen empezó durante un despliegue militar en Irak en 2011. Pero pasarían dos años antes de que Rebecca Lipe, que en ese tiempo era una capitán de la fuerza aérea de 27 años, supiese lo que causaba su dolor pélvico crónico. Durante ese tiempo, Rebecca tuvo varios tratamientos y diagnósticos erróneos que eventualmente requerirían que se someta a una histerectomía.

Aunque el caso de Rebecca es extremo, no es algo que no se haya escuchado antes. El dolor que tuvo que sufrir tampoco lo es. El dolor pélvico crónico es frecuente en exmilitares mujeres, particularmente aquellas que experimentaron traumatismos de combate, TEPT o trauma sexual militar, según el departamento de asuntos de veteranos.

El dolor pélvico crónico se define como dolor en la parte inferior del abdomen, en el área genital, en la parte inferior de la espalda o en los muslos que dura más de seis meses. Las razones detrás del dolor pélvico crónico pueden incluir:

  •  Síndrome de intestino irritable (SII)
  •  Cistitis intersticial (síndrome de dolor de vejiga)
  •  Disfunción del suelo pélvico
  •  Endometriosis
  •  Cirugía o lesión pélvica
  •  Vulvodinia (dolor crónico alrededor de la apertura vaginal)
  •  Quistes en los ovarios
  •  Una combinación de los factores que se acaban de listar

Para Rebecca, para otras mujeres y para personas quienes tenían asignación femenina cuando nacieron (AFAB, por sus siglas en inglés), obtener un diagnóstico apropiado y un tratamiento efectivo puede ser un proceso largo y doloroso que requiere que defiendas tus derechos si nadie más lo hace.

Mira: Pregunta a un experto – Ready, Healthy & Able: Conoce tus derechos como paciente>>

“Hay muchas razones por las cuales [el dolor pélvico] recibe diagnósticos erróneos”, dijo Mandi Murtaugh, DPT, WCS, una terapeuta física en Tacoma, Washington. “Creo que existe suficiente literatura para respaldar que no escuchan a las mujeres o que ellas tienen que hacer consultas con muchos especialistas hasta encontrar a alguien que las tome en serio”. Y también existe una mentalidad de que, si eres un miembro de las fuerzas armadas, deberías aguantar el dolor. “No deberías escuchar lo que trata de indicar tu cuerpo porque tu trabajo es ignorar el dolor”, dijo Mandi.

Además, algunas personas dudan en decir que tienen dolor pélvico a su proveedor médico porque se sienten incómodas o piensan que su proveedor médico podría sentirse incómodo. Y prejuicios raciales en la atención obstétrica y ginecológica (y en la atención médica en general) podrían dificultar que mujeres de color reciban tratamientos y diagnósticos apropiados.

Rebecca, quien era una auditora judicial general de la fuerza aérea, aguantó el dolor lo más que pudo. Cuando acudió a consultas con doctores de la base en Irak, dijo que asumían que tenía alguna infección de transmisión sexual, incluso cuando ella insistió que eso era casi imposible. Estaba casada y le era fiel a su esposo. “Los comentarios eran inapropiados y humillantes”, dijo Rebecca.

Cuando el dolor empeoró, las fuerzas armadas evacuaron a Rebecca a Alemania por razones médicas, lugar en el que la ignoraron otra vez. Los doctores atribuyeron su dolor a cólicos menstruales y no la hospitalizaron, incluso cuando casi no podía pararse.

“No sirvió de nada que me hubiesen evacuado con varias lesiones de dispositivos explosivos improvisados (IED, por sus siglas en inglés)”, dijo Rebecca. “Puesto que no podían ver mi lesión, asumieron que no era tan grave. Si es una lesión que no se ve, no se trata”.

Un informe de 2010 del centro de control de la salud de las fuerzas armadas, que se publicó un año antes de la evacuación médica de Rebecca, descubrió que solo 1 de cada 5 evacuaciones médicas de las tropas en Irak y Afganistán durante los ocho años anteriores estuvieron relacionadas con lesiones de batallas, según Stars & Stripes, un periódico militar independiente. La mayoría se clasificaron como que ocurrieron fuera del campo de batalla: problemas de la espalda y las rodillas; trastornos mentales; y síntomas digestivos, respiratorios o urinarios. Aproximadamente 15 de cada 100 evacuaciones de mujeres o miembros AFAB de las fuerzas armadas estuvieron relacionadas con trastornos genitourinarios, es decir, problemas con órganos genitales y urinarios.

Un informe similar de las fuerzas armadas que se publicó en 2021 descubrió que “las mujeres de las fuerzas armadas tenían notablemente mayores porcentajes de evacuaciones médicas debido a trastornos de la salud mental y del sistema genitourinario” en 2020. Problemas con los órganos genitales y urinarios estuvieron relacionados con el 4.3% de las evacuaciones de mujeres del área de responsabilidad del comando central de EE.UU. en comparación con el 2.3% de evacuaciones de hombres.

Cuando Rebecca llegó al centro médico regional de Landstuhl en Alemania en 2011, la hospitalizaron solo después de que la coordinación médica de su comando intervino. Rebecca pasó una semana en el centro médico y diagnosticaron que contrajo una infección en Irak. “Me dieron la misma medicina que usaban para tratar malaria. Obviamente, no funcionó “, dijo. Luego, evacuaron a Rebecca por razones médicas de regreso a EE.UU.

Durante el siguiente año, tuvo varios procedimientos, y ninguno proporcionó respuesta alguna. Un doctor atribuyó su dolor a endometriosis y prescribió medicamentos que hacen que las hormonas se agoten.

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“Eso me desgastó mentalmente. No quería vivir porque tenía demasiado dolor y nadie me escuchaba”, dijo Rebecca. “Eventualmente, aproximadamente un año después, un doctor de las fuerzas armadas se dio cuenta que no la estaban refiriendo a las personas apropiadas para que ella obtenga respuestas”.

Él la refirió a doctores civiles en University of Florida Health. Ellos, a su vez, refirieron a Rebeca a un endocrinólogo reproductivo. La causa de todo su dolor eran hernias no diagnosticadas, posiblemente por usar armaduras que no se adaptan bien a su cuerpo.

Aunque Rebecca no se dio cuenta durante su despliegue militar, pasaba horas usando armaduras que presionaban su pared abdominal durante caravanas que requerían que se siente en un ángulo de 90 grados. La armadura no le quedaba apropiadamente porque, al igual que muchos equipos de las fuerzas armadas, se diseñaron para adaptarse a un tipo de cuerpo masculino más tradicional. De hecho, para proteger sus órganos vitales, Rebecca debía remover los paneles laterales de la armadura y meter gomaespuma bajo la zona de los hombros. “Las placas balísticas presionaban fuertemente mi pared abdominal cuando viajaba”, explicó.

Rebeca tuvo una cirugía para tratar las hernias y limpiar el tejido de cicatrices de tratamientos previos. Pero el daño ya estaba hecho. Para ese entonces, también padecía de atrofia vaginal, un efecto colateral de los medicamentos prescritos para endometriosis, una condición que nunca tuvo realmente.

“Recibí terapia hormonal durante otro año para hacer que mis hormonas vuelvan a niveles normales. En esos momentos, mi esposo y yo empezamos a hablar sobre tener hijos. Descubrí que FIV sería la única forma en la que podría concebir. Ni siquiera podía tener relaciones sexuales por el dolor”, dijo Rebecca.

Después de su sexto tratamiento de FIV, quedó embarazada y tuvo una hija. “Si me hubieran indicado el diagnóstico correcto enseguida, hubiese tenido una cirugía [para tratar las hernias] y hubiese regresado a mi vida normal”, dijo Rebecca. “Los medicamentos dañaron mi cuerpo. Simplemente causaron problemas. Eventualmente, tuve una histerectomía”.

Rebecca todavía tiene dolor pélvico. “Es una lucha continua”, dijo, pero no es tan grave como solía serlo.

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Desafortunadamente, los problemas de la salud reproductiva tales como el dolor pélvico solo empeorarán sin el tratamiento apropiado. “El objetivo del sistema médico es obtener un diagnóstico. Se deben realizar pruebas y RM. Estas cosas no examinan el suelo pélvico”, dijo Mandi. Además, el sistema médico está diseñado para atender pacientes en 15 minutos. “[Los proveedores médicos] no tienen tiempo para sentarse y escuchar las historias de los pacientes. Eso puede convertirse en un trauma médico por tratar de obtener atención”. 

Mandi recomendó buscar un terapeuta físico que se especialice en dolor pélvico y un médico que esté dispuesto a escuchar. Si estás en lista de espera para ver a un especialista, recomendó, acude a un terapeuta físico hasta que eso suceda. 

“Podemos proporcionarte un tratamiento mientras tanto. Me rompe el corazón cuando alguien espera por todos estos especialistas. Frecuentemente, el cirujano dirá “ve primero donde un terapeuta físico”, dijo Mandi. 

Talvez lo más importante es defender tus propios derechos, dijo. 

Rebecca aconsejó lo mismo también. “Tuve que defender mis derechos y eso no le gustaba a la gente en general. Dicen que si haces suficiente ruido obtendrás atención y eso ocurrió eventualmente”. 

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