East German Border, 1987
East German Border, 1987

Menstruar en las fuerzas armadas puede ser algo difícil, así que tomé anticonceptivos para suspender mi período menstrual

Tener mi período menstrual cuando estaba en las fuerzas armadas era duro, así que tuvimos que ser creativas

Tal como lo relataron a Nicole Audrey Spector 

Ingresé al ejército justo después de terminar la secundaria. Lo hice porque no tenía dinero para pagar mis estudios superiores y las fuerzas armadas me permitían acceso a educación superior asequible. También consideré el potencial profesional y sentí que era una forma en la que podía retribuir al mundo.

Era una chica brillante y obtenía altas calificaciones en las pruebas que el ejército requería. Aunque había muy pocas mujeres en las fuerzas armadas en ese entonces, y ciertamente no dirigían sus esfuerzos de mercadeo a nosotras, pienso que las fuerzas armadas estaban contentas de que yo sea un miembro independientemente de mi género. 

Esto ocurrió en los últimos años de la década de los 80, cuando la guerra fría todavía estaba en auge. Estudié un año en el Instituto lingüístico de defensa para aprender ruso, luego fui a Europa como un analista de inteligencia con especialización en las fuerzas terrestres soviéticas de Europa oriental. Fue una experiencia intensa y emocionante. Me gusta decir que me fui de mi hogar para convertirme en James Bond. 

Tomé anticonceptivos, es decir “la píldora”, cuando tenía 18 años, simplemente porque era conveniente hacerlo Para mí, tomar la píldora no fue tanto una decisión, sino una elección obvia. La píldora me proporcionó control e independencia. Y muchas de nosotras no queríamos embarazarnos. 

Aunque sentí aceptación y empoderamiento en el ejército, tenía un problema real por ser una mujer en un mundo (principalmente) de hombres: mi período menstrual. Mis colegas mujeres se enfrentaban a la misma dificultad. 

Los síntomas que acompañaban a nuestros períodos menstruales, incluyendo cólicos y sangrado de varios días, hacían que estar listas para las misiones sea un desafío. Nuestros superiores hombres no podían entender nuestras necesidades y ciertamente no podían abordarlas.  

Era considerablemente incómodo que solo hayan sargentos hombres. Imagina acudir a ellos para decirles, “epa, lo siento, estoy sangrando a través de mis pantalones y necesito una toalla higiénica”. ¡Inconcebible! 

Germany, 1988
Alemania, 1988

Las toallas higiénicas eran particularmente necesarias. Usualmente las preferíamos más que a los tampones puesto que las teníamos que usar durante horas y conocíamos bien los peligros del síndrome de choque tóxico, que puede ocurrir si usas un tapón mucho tiempo. 

Las otras mujeres con las que trabajaba y yo hicimos de todo para conseguirlas, solo nos faltó asaltar el minimercado de las instalaciones, que vendía toallas higiénicas, pero menos de las que necesitábamos para satisfacer nuestras necesidades. A veces nos tocaba usar la misma toalla higiénica demasiadas horas. A veces marchábamos a través de ríos con ellas. Nada de esto era saludable y, de hecho, eso podía causar candidiasis y otros problemas relacionados con la salud vaginal

Pero, ¿qué podíamos hacer? 

Había mujeres que de hecho sangraron a través de sus pantalones. Era vergonzoso, ciertamente, pero tampoco teníamos realmente suficiente tiempo o energía para pensar en nuestra vergüenza o para dejar que eso afecte nuestro desempeño. Teníamos trabajos demasiado urgentemente importantes que hacer. 

También éramos ingeniosas y se nos ocurrían soluciones que, aunque no eran muy ideales, eran útiles para abordar los períodos menstruales cuando estábamos en aprietos. Por ejemplo, una camiseta café extra es más suave que toallitas de papel. Así que si no teníamos una toalla higiénica, usábamos una camiseta vieja manchada como sustituto. También obteníamos una bolsa plástica con cierre hermético y la cubríamos con cinta adhesiva para poder desechar las toallas higiénicas, sellarlas y evitar que los hombres vean lo que estaba en la bolsa.

The Temple of Apollo at Delphi, 2014
El templo de Apolo en Delfos, 2014

Pero tal vez el método más creativo y útil que se nos ocurrió era usar anticonceptivos para suspender nuestros períodos menstruales. Esto era difícil de hacer porque teníamos que obtener píldoras extra para tomarlas todo el mes. Teníamos doctores cerca que nos daban muestras extra de anticonceptivos. Esto no era nada ideal y nos preocupaban los riesgos de la salud porque esto era antes de que se supiese que puedes tomar anticonceptivos para suspender tu período menstrual en forma segura. La mayoría pensábamos que si jugábamos con nuestro ciclo menstrual, podíamos dañar nuestros úteros o perder nuestra capacidad de quedar embarazadas

Actualmente, tenemos mucha más información científica y que se basa en evidencia relacionada con la administración de los períodos menstruales, las necesidades sanitarias, la fertilidad y la anticoncepción. Pero, también deberíamos reconocer que, como sociedad, todavía queda trabajo pendiente en lo que se refiere a hablar abiertamente acerca de nuestros períodos menstruales. Y las necesidades de las mujeres relacionadas con los períodos menstruales todavía no se abordan completamente en las fuerzas armadas. Las mujeres de las fuerzas armadas todavía tienen preguntas acerca de sus opciones anticonceptivas

Comparto mi historia porque, aunque hemos progresado, todavía queda trabajo pendiente. Y todos deberíamos entender cómo llegamos a este punto y lo que generaciones anteriores de mujeres tuvieron que experimentar. La historia es importante. 

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