Jennifer Dane había trabajado en la fuerza aérea solo unos meses cuando se convirtió en una de las 13,000 mujeres que experimentan traumas sexuales militares (MST, por sus siglas en inglés) anualmente.
Jennifer, a sus 22 años, era mayor que muchos de sus compañeros de clase cuando recibía entrenamiento para su trabajo de inteligencia. Sentía cierto nivel de seguridad y confianza debido a su experiencia y eso hizo que confíe en los demás más de lo debido.
La noche de la agresión, Jennifer y su agresor habían tomado hasta el punto en que Jennifer perdió el conocimiento. Pero ella recuerda haber rechazado claramente sus propuestas tres veces. Él ignoró sus quejas. Días después, ella empezó con el proceso vulnerable y solitario de denunciar la agresión y de tratar de que se haga justicia.
Esta experiencia de 2010 ahora parece muy lejana para Jennifer, pero sigue motivando su activismo en defensa de los miembros actuales de las fuerzas armadas y su presión para que se establezcan políticas que faciliten una cultura de seguridad en la que se proteja a sobrevivientes y en la que se rinda cuentas a los agresores.
Las fuerzas armadas reconocen el efecto perjudicial de los MST en la disponibilidad de los miembros para las misiones. Según una guía publicada por el departamento de defensa para sus líderes, las agresiones sexuales frecuentemente causan “pérdidas no planificadas” en unidades puesto que las sobrevivientes frecuentemente no pueden encargarse de sus deberes para recibir atención y apoyo. También reducen la confianza y la unidad, indicó la guía, características requeridas “para el éxito de cualquier misión”.
En 2021, Jennifer, en ese entonces directora ejecutiva de la Modern Military Association of America [Asociación militar moderna de Estados Unidos], participó en la comisión independiente del Pentágono de evaluación de agresiones sexuales en las fuerzas armadas, dando testimonio acerca de sus experiencias y proporcionando recomendaciones a la junta. Se aceptaron algunas de sus recomendaciones, las cuales incluyeron mejor atención para víctimas de violencia sexual de la comunidad LGBTQ+, dijo.
Estos temas están profundamente interrelacionados con lo que le sucedió a Jennifer, por lo cual se inició una investigación de su agresión y Jennifer, quién es lesbiana, se convirtió en uno de los últimos miembros de las fuerzas armadas de la comunidad LGBTQ+ a quiénes se investigó bajo la prohibición de preguntar e informar. Esta política se derogó en diciembre de 2010.
“[Cuando participé en la comisión independiente de evaluación], fue la primera vez que sentí que alguien realmente me escuchó”, dijo Jennifer. “Y me empoderó mucho”.
Esta comisión, que proporcionó 82 recomendaciones desde mejoras a la rendición de cuentas y cambios culturales a la atención y al apoyo para sobrevivientes, fue un compromiso masivo del secretario de defensa Lloyd Austin para hacer más para contrarrestar lo que denominó la “plaga” de MST en las fuerzas armadas. El secretario Austin instruyó a las fuerzas armadas que establezcan un proceso estándar para separar a soldados que acosan sexualmente a sus colegas, que establezcan trayectorias profesionales para abogados capacitados específicamente para MST y que trabajen con el congreso para establecer oficinas especializadas para la rama que maneja los juicios de MST.
Motivos para tener esperanza
Hay otros acontecimientos recientes relacionados con las políticas militares implementadas por la comisión de evaluación de 2021 que generan esperanza para miembros de las fuerzas armadas que lidian con agresiones sexuales.
En julio, el presidente Biden firmó una orden ejecutiva que elimina las facultades de supervisión de juicios de comandantes militares para ciertas categorías de ofensas, incluyendo agresiones sexuales, violencia doméstica y asesinato. La supervisión está ahora en manos de fiscales militares independientes. Activistas han promovido este cambio durante mucho tiempo porque ellos indican que el sistema militar existente hacía que los sobrevivientes sean vulnerables al poner su destino en manos de los comandantes, quienes también tenían autoridad y podían ejercer influencia sobre sus carreras militares. Fue una de las recomendaciones que emergieron de la junta de evaluación independiente.
En otro caso que recibió mucha atención mediática en julio, el gobierno de EE.UU. aceptó pagar casi $1 millón a una coronel retirada del ejército quién declaró que un líder de la fuerza aérea que se convertiría en vicepresidente de los jefes conjuntos de las fuerzas armadas la agredió sexualmente. El caso fue una instancia extraordinariamente infrecuente de una resolución de una agresión sexual en el caso de un oficial militar de muy alto rango.
“Eso fue increíble”, dijo Jennifer. “Es la primera vez que hemos visto que eso pase, al menos a un nivel tan alto”.
Cultura en crisis
A pesar de algo de progreso, las estadísticas indican que los MST siguen siendo un problema grave y urgente. El informe más reciente de la predominancia de agresiones sexuales en las fuerzas armadas, publicado en 2022 indica que aproximadamente 1 de cada 12 mujeres militares reportaron haber experimentado contactos sexuales no deseados ese año. Las encuestadas indicaron un nivel cada vez menor de confianza en que las fuerzas armadas protejan a las sobrevivientes, que las traten con respeto y que garanticen su seguridad. Diapositivas publicadas por las fuerzas armadas que muestran una disminución de confianza son una indicación del problema: “Una confianza reducida frecuentemente se refleja en la forma de problemas de retención de las fuerzas armadas”. Es decir, las tropas que no se sienten seguras en las fuerzas armadas optarán por irse, perdiendo, de esa forma, tropas entrenadas y hábiles.
Las tendencias relacionadas con la rendición de cuentas para personas responsables de agresiones sexuales en las fuerzas armadas también son desalentadoras. Las tasas de juicios de casos de agresión sexual disminuyeron del 68 al 37% de 2012 a 2022.
El departamento de la VA [Administración de servicios para veteranos] detalla los costos personales de MST [Traumas sexuales militares], diciendo que pueden “afectar negativamente la salud mental y física de una persona, incluso después de muchos años”, y se asocian a una variedad de síntomas que incluyen depresión, consumo de alcohol o drogas como forma de escape, problemas con el sueño y dificultades con ira y otras emociones importantes.
Además de los costos personales y profesionales de los MST, Jennifer dice que desea ver que las fuerzas armadas pongan más atención a comprender y a honrar los fundamentos del consentimiento.
Agregó que cualquier cambio probablemente será generacional y ocurrirá por una mejor comprensión de los problemas, en vez de meramente por cambios de políticas.
Jennifer dijo que también es importante promover la noción de que las agresiones sexuales en las fuerzas armadas afectan a todos los soldados y que deberían ser una preocupación general.
“Arriesgamos nuestras vidas. Ya sea que participemos o no en despliegues militares, estamos comprometidos con este país”, dijo. “Y lo que podemos hacer para mantener a nuestras tropas seguras y protegidas de otros soldados, es asegurarnos que las cuidemos, porque ellas nos cuidan a todos”.
Recursos
- Oficina de prevención y de intervenciones relacionadas con agresiones sexuales del DoD
- Línea de asistencia segura del DoD
- Programa de asistencia a víctimas y testigos
- Asesoría legal para víctimas
- Servicios relacionados con traumas sexuales militares del departamento de asuntos de veteranos
Este recurso educativo se preparó con el apoyo de los fundadores del programa Ready, Healthy & Able.
La presencia de información visual del departamento de defensa (DoD, por sus siglas en inglés) de EE.UU. no implica ni significa un patrocinio del DoD.